EDITORIAL
PROXIMA 37 / FUEGO
Hipócrates postuló que el
cuerpo humano está compuesto de cuatro humores o sustancias básicas: bilis
amarilla, bilis negra, flema y sangre, de cuyo equilibrio depende la salud de
la persona. Los consideraba relacionados con los elementos y las estaciones del
año, y creía que curarse era restituir ese equilibrio intrínseco en cada ser
humano.
Galeno reforzó esta teoría
relacionando los humores con temperamentos: colérico, melancólico, flemático y
sanguíneo, y definió "salud" como la ausencia de dolor pero
también como la posibilidad de funcionar bien en sociedad.
Estas ideas rigieron los
estudios anatómicos y la definición de bienestar físico y psicológico durante más
de 2000 años, son el origen de las disciplinas actuales y no fueron borradas por
el progreso de la ciencia.
Todavía nos atraviesan del
mismo modo que los fluidos que recorren el cuerpo. Quizás porque seguimos
tratando de alcanzar ese equilibrio, esa armonía interna. Como individuos pero
también como partes que conforman este otro cuerpo, como integrantes de la
sociedad a la que pertenecemos.
La vigencia de los cuestionamientos bioéticos del Frankenstein de Mary Shelley, que está
cumpliendo 200 años y atestiguó el nacimiento de la medicina moderna, no
debería sorprendernos. Sigue habiendo algo muy
potente en nuestra relación con el cuerpo, el propio y el ajeno, con lo
moralmente reprochable y la noción de salud, con la forma en que se ejerce el
poder sobre la individualidad más propia, impuesto sobre la carne misma.
Eso que Foucault llamó regulación,
biopolíticas cuyo objeto es el control del cuerpo-especie, cuerpo
social a encauzar, cuerpo viviente soporte de los procesos biológicos, se
manifiesta de formas tangibles. Recorren y atraviesan el tejido social como los
humores de este gran cuerpo y, como si llegaran a cada célula, terminan pautando
incluso las cuestiones más íntimas en el individuo.
Con este
número, revista próxima comienza a
transitar su décimo año, y parece particularmente apropiado comenzar su serie
dedicada a los humores con el humor colérico --fuego, ira, pasión--. En Argentina, en medio de
la grave crisis económica generada por las políticas del gobierno, de la
violencia aplicada sobre los cuerpos en forma de despidos, aumento de tarifas, restricción
de medicamentos, cierre de escuelas, ahora se instala el debate por la
despenalización del aborto. Ahora, a días del Paro de Mujeres, que ya reclama
contra tantas otras violencias. Pero, aunque se imponga por razones espurias,
distractivas, es un debate necesario y sus alcances pueden ser persistentes.
Para ser personas plenas, para buscar ese estado ideal de
equilibrio, se hace imperioso tratar de recuperar --algo de-- la libertad
sobre nuestros cuerpos.
Laura Ponce
Gracias. Excelente editorial que alienta a la reflexión, en muchos sentidos.
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