EDITORIAL
PROXIMA 32 / Primavera
Con Heliconia Primavera, Brian Aldiss inicia una trilogía muy
ambiciosa. No sólo construye un sistema estelar verosímil y
minuciosamente detallado en el espacio, sino también en el tiempo. Aunque hay personajes y podemos
seguirlos en sus peripecias, el verdadero protagonista de las novelas es el
planeta y lo que le sucede durante sus largos ciclos estacionales, que abarcan
2500 años y determinan el ascenso y decadencia de civilizaciones.
Creo que, en definitiva, Heliconia
habla de la necesidad que tiene la Vida de reinventarse, de aprovechar
resquicios, sobreponerse a obstáculos y franquear límites. Su capacidad de
transformación puede ser infinita. Tanto como la nuestra.
También puedo pensarlo en relación al género y la forma mutable que ha
tenido la Ciencia Ficción desde sus inicios.
Hace unos días participé de una mesa debate sobre la actualidad de la
CF en la Argentina, que organizaron las librerías Casassa & Lorenzo y La
Buhardilla. Formaban parte Pablo Capanna, Carlos Gardini, Néstor Toledo,
Alejandra Decurgez, Néstor Figueiras, Alejandro Alonso, Hernán Domínguez Nimo y
Mariano Buscaglia, y además de repasar los tópicos usuales —tratar de definir
qué es la Ciencia Ficción, cuestionar la validez de la etiqueta, el papel de tribus
y guetos y los pros y contras de producir literatura de género— se habló mucho
del borroneo de los límites, de apropiación de herramientas e imaginarios,
hibridación y mestizaje con otros géneros. De que, de algún modo, esa
disolución en el conjunto obliga también a una reducción a la esencia, a la búsqueda
de lo realmente constitutivo, de lo que no es forma sino fundamento, porque eso
es lo que prevalecerá.
Estoy convencida de que la Ciencia Ficción argentina está entrando en
una nueva primavera, pero es una primavera mutada, no se parece a las
anteriores. Nosotros, los que la escribimos y publicamos, somos como los
personajes de Heliconia, tratamos de
adaptarnos a un mundo cambiante, muchas veces hostil, avanzamos a tientas
explorando nuevas áreas y cuestionando las formas de lo conocido, condicionados
también por las relaciones que se van estableciendo entre nosotros, sin saber
si lo que hacemos ha de superar o no la prueba del tiempo. Y esos vínculos se
transforman y fortalecen, se retraen, se reducen también al núcleo vivo de su
esencia, buscan su identidad, se reinventan... todo mientras vamos andando.
En esa gran aventura se
inscribe próxima, de ella quiere
dar testimonio, ser búsqueda, descubrimiento y aprendizaje, espacio de difusión
para voces reconocidas y nuevas, mutadas, o quizás propias de otros ámbitos, de
otras tribus, y con este número completa su octavo año. Ocho años de apostar apasionadamente
a todo esto. Sigo creyendo que vale la pena. Sigo creyendo.
Feliz año nuevo.
Laura Ponce
* la ilustración es "Flor de lis", de Grendel Bellarousse, y completa el ciclo de las Cuatro Estaciones.
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