PROXIMA 19 / Editorial
En la mitología galesa, la diosa-bruja
Ceridwen poseía un gran caldero donde se cocinaban la Inspiración y la
Sabiduría; cuando recitaba el conjuro adecuado, el caldero producía alimentos
mágicamente.
Muchos siglos después, el visionario Richard
Buckminster Fuller elaboró el concepto de “efemeralización” para referirse a la
tecnología cada vez más efectiva y más barata, mientras que los recursos
físicos invertidos en diseños previos son reemplazados por cada vez más
información; el máximo desarrollo de esto sería producir lo deseado
virtualmente de la nada, como con el replicador de la serie Star Trek, que
fabrica lo que se le solicite con sólo pedírselo en voz alta. Una suerte de
conjuro renovado, hechicería moderna.
Actualmente, casi toda la gente que nos
rodea está acostumbrada al uso de las herramientas y comodidades que provee la
tecnología del consumo, pero para la mayoría el funcionamiento de tales
ingenios es indistinguible de la magia, tal como reza la Tercera Ley enunciada
por Arthur C. Clarke.
La ciencia y la tecnología avanzan por
ese camino, y su refinamiento y complejidad están cada vez más lejos de la
comprensión de los no iniciados.
Sin embargo, algunos de los que trabajan en
un campo vital para estos avances, la tecnología de la información,
tradicionalmente tan celosos de sus secretos, están redefiniendo las reglas de
juego. Las comunidades open source y de software libre ganan cada vez mayor
importancia; por concurso de sus prácticas, software de alta calidad se
materializa gratis, libre de licencias y restricciones de uso, al alcance de
quien quiera utilizarlo, y han probado que el hecho de compartir tales elementos
con áreas de investigación y desarrollo de cualquier rubro no sólo no limita o
atrasa los avances sino que los acelera; produce sinergia, otro concepto que le
gustaba a Buckminster Fuller.
No está todo dicho, y sin duda nos
adentramos en tiempos interesantes, difíciles de predecir.
Las otras dos leyes enunciadas por Clarke
dicen que “cuando un anciano y distinguido científico afirma que algo es
posible, es casi seguro que está en lo correcto; cuando afirma que algo es
imposible, muy probablemente está equivocado”, y que “la única manera de
descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá, hacia lo
imposible”.
Esta última describe el trabajo de la
ciencia ficción, trabajo vital para el avance y mejor desarrollo de la
sociedad, para el “acrecentamiento de la complejidad y la intensidad de la vida
inteligente”, como citaría Estraven a Genly Ai en el épico viaje a través del
hielo de La mano izquierda de la oscuridad.
A menudo parece que esa es nuestra
situación cotidiana, parece que trabajosamente intentáramos avanzar a través de
un ambiente hostil y solitario. Sin embargo —porque la vida también puede
regalarnos esas cosas— a veces nos encontramos con extraños que han emprendido
la misma aventura, extraños en los que descubrimos una sensibilidad y una
noción de propósito similares a los nuestros que se elevan por encima de las
diferencias; extraños con los que vale la pena compartir el viaje.
Porque más allá de sus pequeñas
manifestaciones siempre está ahí, a nuestro alrededor: La Magia como
posibilidad real, como fascinación, como nombre de lo incomprensible, de lo sublime
y lo terrible. Pero no es ajena a nosotros, no nos está vedada. Todos tenemos
nuestro propio caldero donde se cocinan inspiración y sabiduría.
Pues bien: Hagamos magia.
Laura
Ponce
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