EDITORIAL
Proxima 44 / FUTURO INEVITABLE
Hace cuatro años, para
esta misma época y en las inminencias de otra asunción, frente al anterior
cambio de gobierno en Argentina, escribí un editorial muy amargo.
Desgraciadamente, todo lo temido entonces se cumplió con creces. La prospectiva
y la anticipación nos sirvieron bien poco. Esa cosa tan Casandra que tiene
muchas veces la literatura de advertencia, como describía Pablo Capanna a la
ciencia ficción. Anticipar no alcanza para impedir.
Entonces, ¿para qué
sirven las distopías tan de moda en el último tiempo?
Más
allá de que, como cualquier otro bien económico, los bienes culturales estén gobernados
por reglas de mercado y puedan ponerse de moda por razones ajenas al puro anhelo
o preocupación de los consumidores, suele haber un factor de receptividad en la
gente, un inconsciente colectivo permeable, un emergente social que evidencia
en esa moda imperante una necesidad satisfecha.
El riesgo —grave— es que
con la repetición, con tanto visitar escenarios sombríos, nos acostumbremos a
esa idea de futuro y la aceptemos como inevitable.
En Nunca me abandones, la novela de Kazuo Ishiguro, les criades como
clones para repuesto de órganos viven en la zona gris de no saber si son
personas realmente o solo copias utilitarias. Desde antes que puedan comprender
qué significa, Kathy, Ruth y Tommy aprenden que son estériles y que nunca
tendrán hijos, de la misma manera que no tienen padres. Mientras van creciendo
en el internado de Hailsham, mientras viven sus aventuras infantiles y
adolescentes, son expuestos a la información, a una cuidadosa dosificación de
la verdad, antes de que puedan comprender sus implicaciones. El resultado es la
naturalización, la internalización sin cuestionamiento, la melancolía de
avanzar con absoluta aceptación hacia un destino de mutilación y vaciado
planteado como inevitable.
En Cadáver exquisito, de Agustina
Bazterrica, el método es más brutal. Los animales dejaron de ser comestibles
para les humanes pero muches se negaron a dejar de comer carne; entonces el
capitalismo lo resolvió de un modo ordenado: criando humanes como ganado,
metiéndoles en una cadena de producción y venta que casi no se modifica. Para vencer
el tabú debe despojarles de su humanidad, y lo primero que hace es privarles de
la voz, junto con las cuerdas vocales les extirpa la posibilidad del lenguaje,
sabiendo que sin eso perdemos buena parte de lo que somos y podemos ser. Así,
el matadero y el sacrificio aparecen como único destino posible.
El
gran desafío de la CF está en hacer algo más que retratar la desesperanza. Alertar,
sí, sobre el avance de fascismo, sobre la voracidad de este capitalismo tardío,
sobre la instrumentación de humanes a quienes se les trata por debajo del
status de persona. Pero lo fundamental es imaginar salidas. Nunca resignarnos a
la distopía.
Animémosnos a cambiar, a
transformar, a construir más allá de las limitaciones.
Lo
único inevitable somos nosotres.
*la Chica Próxima 44 es de Cecilia Desiata
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